Mensaje de los Vientos
MENSAJE DE LOS VIENTOS
Nací en Nodashi, en la prefectura de Chiba, cerca de Tokyo, el 2 de diciembre de 1931 por la mañana temprano, justo cuando el sol decidía regalarnos con su presencia otro día más.
Antes de mi nacimiento mi joven madre sufrió bastante y el difícil parto aumentó su coraje. La comadrona me sacó del revés, me palmeó la espalda y me zarandeó muchas veces, a todo lo cual yo respondí con un débil gemido. Y así es como llegué al mundo, mi primer acto de ocultación finalizó patas arriba mirando el techo.
Cuando por primera vez, en mi juventud, quise conocer algo de ninjutsu, miraba a las montañas que habían sido la cuna del ninjutsu y gritaba como si llamara a una amante perdida. Por mucho que esperé y supliqué al ninja que saliera, no hubo respuesta. Finalmente, cuarenta años más tarde aquella respuesta llamó a mi puerta; pero cuando abrí la carta todo lo que encontré fue un pedazo de papel en blanco. Para responder al ninja, lo único que podía hacer era coger mi pluma y escribir para que cualquiera lo leyera.
Los samurai mostraban su poder entrando a formar parte de buenas familias a través del matrimonio, teniendo niños con ancestros de noble cuna, y teniendo un respetable árbol familiar. En cambio, los mercaderes perduraban mostrando su buena voluntad y negociando honradamente. La herencia de los ninja ha sido siempre la transmisión de sus conocimientos de generación en generación, de maestro a alumno. Estos conocimientos y esa herencia sirven como principio a sus vidas, y el principio del shinobi (ocultación) les ayudará siempre.
La prueba de que el hombre es viento es la huella que permanece tras la marcha de la persona. Esta "huella", esta herencia, vive en mi cuerpo y, como la piel de un tigre, se aferra a él.
Mi nombre de guerra es Toratsugu - el tigre que vigila, que sigue la pista, que persigue - y los vientos del shinobi me moldean y desaparecen después, dejándome como un buque naufragado en un océano salvaje.
El ninja vive en un viento protector que corre directo hacia las llamas, las agita y trepa a los cielos donde adquiere grandes técnicas y habilidad. El viento kami otorga honores y buena fortuna.
En mi viaje a la búsqueda de las raíces del ninja conté con la ayuda de un viento favorable, de tal modo que mi cuerpo casi flotaba sobre la tierra, y ese mismo viento aliviaba mi corazón. Cuando la dirección del viento cambiaba o se formaba un torbellino, yo lo eludía utilizando las técnicas doton - esconderse en la tierra - y esperaba la llegada de otro viento. Cuando hubo calma en el ambiente descubrí algo más flotando en el aire; era el viento del shinobi.
El viento del shinobi sopló continuamente durante dos semanas en mayo de 1986 desde San Francisco a Alburquerque y me permitió trabajar durmiendo una media de tan sólo 2 horas por noche infundiéndome la reencarnación del viento kami que ayuda a transmitir el espíritu del shinobi.
A partir de entonces, no sólo en América sino en todos los países, vientos de popularidad arrastraron el ninjutsu, algo así como la fiebre del oro del ninjutsu, de tal modo que la gente que había estudiado karate, kung fu u otras artes marciales y que no sabían nada de la esencia del ninjutsu se aprovecharon mucho agarrándose al viento del shinobi. Así el mundo veía karate ninja, kung fu ninja y artes marciales ninja.
Hubo algunas personas que aunque no habían captado ni una pizca del ninja real ni recibieron ninguna información al respecto, entrenaban de forma peligrosa llegando a producirse accidentes. Incluso se vestían de ninja y cometían crímenes.
Esa gente nunca supo por qué un ninja real viste como lo hace, ni que el color negro de sus ropas representa realmente paciencia y dominio de sí mismo y la justicia oculta del hombre. La paciencia y el dominio entendidos como el ser capaz de mantener la calma por muchas injurias y opresión que existan.
No importa cuan fuerte o débil pueda aparecer en la superficie; el verdadero ninja enfrenta a los enemigos del espíritu con una armadura transparente frente a la cual el viento del enemigo nada puede hacer. El humilde vestido del líder ninja utiliza las treinta leyes del cielo, la tierra y el hombre, lo externo y lo interno, y los cinco elementos o formas de escape. Con todo esto, el ninja desaparece en el viento, pero cuando es necesario también puede aparecer con él.
Me presenté en el seminario de San Francisco humildemente para llevar el mensaje de los vientos, y con palabras y gestos que salían de mi corazón me dirigí a aquella gente sin necesidad de saber su lengua, ya que hablé con el espíritu del viento.
Les hablé de la alegre naturaleza del ninjutsu. Les expliqué que los monos son juguetones de pequeños pero paran de jugar cuando llegan a adultos. El hombre, sin embargo, tiene la habilidad de jugar durante toda su vida. Confucio dijo que la gente que había sido bendecida por Dios con un corazón alegre era la que llevaba la vida más feliz. Enfaticé mucho la importancia del carácter alegre y juguetón, pero había más de una razón para esto; si hubiera intentado inculcarles el ninjutsu a la fuerza hubiesen reaccionado negativamente y no hubiesen escuchado tan atentamente como lo hicieron. Lo primero que quise que entendieran fue el ukemi, las formas seguras de caer con el cuerpo y el espíritu. Abrí la puerta de lo oculto y les permití sentir el viento.
Durante el seminario alguien me pidió que les mostrase un kukinage (proyección aérea o técnica de viento), así que hice que mi asistente Ashihara se sentase en una silla y me coloqué delante suyo con mi espalda muy cerca de él y empecé a moverme como si fuese a atravesar el viento. De repente él se llevó la mano a la nariz y cayó hacia atrás. Pregunté si habían entendido el kukinage. Tras unos instantes hubo gran regocijo y risas. No quería herir a nadie ni tampoco que mis demostraciones fuesen artificiales. Si los estudiantes asistentes a mi seminario hubiesen sabido hacer ukemi podríamos haber practicado técnicas más agresivas, pero sin saber caer sin lesionarse no podían aprender sin hacerse daño.
El gran estratega Sun Tzu dijo que aquel que conoce al enemigo y se conoce a sí mismo ganará todas las batallas. El equilibrio del shinobi indulgente es esencial en estos tiempos.
Aquí debe aplicarse el kyojitsu tenkan ho, intercambio de los conceptos verdad y falsedad. Además, muchos de los asistentes al seminario entendieron mi kukinage bastante después de haberlo visto, lo cual quiere decir que incluso en un entorno como el del seminario es importante conservar el equilibrio del shinobi indulgente con control.
La estrategia y los cambios del taijutsu tienen bastante en común con la estrategia y los cambios de la Madre Naturaleza. Si te olvidas de ti mismo y sólo esperas aprender trucos y técnicas no puedes medir el equilibrio del viento, que es el equilibrio del corazón del shinobi y las técnicas del shinobi.
En Alburquerque me hice amigo de un maestro de karate, un guerrero que indiferente al tiempo o al lugar, lee los mensajes de los vientos. Actualmente está recibiendo los mensajes del viento en el campo de batalla, algo parecido al presentimiento del peligro que posee el ninja, ya que estaba en el campo de batalla y sintió el mensaje del viento desde detrás suyo empujándole fuera del alcance de las balas que volaban hacia él y pasaron de largo.
Sus poderosos ojos reflejan una bonita luz, a pesar de que en una dirección de esa luz hay todavía una sombra, pero él decía con convicción que hay una marcada diferencia entre los ojos de los que han estado en peligro de muerte y los que no. Justo en aquel momento sus ojos brillaron con el brillo de la luz de luna y yo vi el viento atravesando aquellos ojos. Sus ojos eran los recipientes que alojaban los mensajes de los vientos y las técnicas.
A mi buzón llegan mensajes de todo el mundo y posteriormente estas personas visitan Japón. Los mensajes se incrementan año tras año y cuando regresan a sus países, estos visitantes continúan enviándome sus mensajes. Incluso si no hay intercambio de cartas, hay gente que continua enviándome mensajes espirituales.
Los quince años de correspondencia entre Takamatsu Sensei y yo son suficientes para llenar la cámara acorazada de un banco, ya que en esos quince años no he tirado ninguna de sus cartas. Cuando las leo pierdo la noción del tiempo. Siempre que recordaba algún mensaje secreto, me enviaba una carta y solía enviarme cartas cada tres días. Leyéndolas siento que sus palabras invaden el espacio que me rodea. Actualmente, con mi experiencia, puedo leerlas fácilmente. En sus escritos puedo ver sus deseos y secretos; incluso ahora le hablo y él me habla a través de esas palabras.
Pensando acerca del viento, el Zen y las artes marciales, quiero hacer referencia a los monjes budistas. Hay gente que cuando piensa en el Zen, esto es, la aparición práctica del Zen, automáticamente piensan en un monje mendigo. Ikkyu era un monje era llevado por el viento como si cabalgara en una nube. La nube llegó a ser su morada, pero vivía en el mundo real. Podríamos decir que era su pista de prácticas. Amaba a su madre, como lo prueban las muchas historias contenidas en la colección Kyounshu de sus escritos acerca de un monje en el sur de Koshu, en China.
El nombre de ese monje era Bokushu, se ganaba la vida vendiendo diversos objetos, vivía con su madre y practicaba Zen por su cuenta, llegando a alcanzar tan alto nivel de despertar espiritual que llegó a sobrepasar las nubes.
Desde los 77 años Ikkyu vivió una existencia paradisíaca con una mujer de belleza incomparable hasta su muerte a los 88 años. A pesar de que los monjes de aquel entonces tenían prohibida la compañía femenina, él rompió las reglas, lo que demuestra su natural valentía.
Decía que en las partes más delicadas de la mujer sentía la fragancia de los narcisos, interpretándolo como una señal de la encarnación de Buda. ¿De quién aprendió a romper las reglas? El monje Jimei era un espléndido profesor pero algunas veces quebrantaba la práctica y se dedicaba a disfrutar de su cuerpo y a divertirse con mujeres.
Shinran, uno de los monjes más famosos de Japón, también violó la prohibición relacionándose con mujeres, y Rennyo tuvo once esposas y engendró veintisiete hijos.
¿Acaso de esta manera advertirían a los monjes de la secta Tendai de los que se suponía que buscaban placer sexual en los chicos jóvenes? Se dice que ésa fue la razón por la que Shinran se casó.
¿Por qué estoy hablando del amor? Porque cuando un hombre se detiene en un estadio antinatural enloquece, ya que tiene que haber un equilibrio entre las normas y la naturaleza humana.
Para leer mensajes con un sentimiento de normalidad se necesita un ambiente natural. Mensajes hacia mundos diferentes y mensajes desde mundos diferentes se repiten cuando cabalgas sobre los vientos secretos de shinobi. Los mensajes de los vientos vienen y van, y yo creo realmente que los mensajes del ninja son mensajes de amor.
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Este texto es un capítulo del libro de Hatsumi Sensei
"Essence of Ninjutsu - the nine traditions"
La traducción y adaptación al castellano fue realizada por Dani Esteban -Kôryu-
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