TSUJIGIRI
Mucho tiempo atrás existían luchadores desvergonzados que probaban sus habilidades cometiendo Tsujigiri, es decir, probando la propia espada sobre personas vivas, víctimas inocentes.
Esta es una historia que data de cuando Takamatsu Sensei tenía dieciocho años de edad.
En la fábrica de su padre se necesitaban cerca de mil quinientos litros de agua limpia cada día, y cada mañana, usando una pértiga con cuatro soportes, Jutaro (Takamatsu) llevaba toda el agua a la fábrica. Era una proeza que nadie más podía realizar ya que el agua provenía de la boca de una tortuga de piedra de la cual manaba agua cristalina y que se hallaba a medio camino de la montaña de Maruyama, a unos setecientos u ochocientos metros de la fábrica. Cada carga pesaba aproximadamente doscientos treinta y ocho kilos, y se necesitaba un total de cinco viajes a la tortuga para recoger toda esa cantidad de agua. Jutaro decía que esto era perfecto para entrenar sus piernas y su cintura.
Un día un trabajador de la fábrica le dijo, "Joven maestro, esta noche me ha sucedido una cosa terrible. Estaba trabajando solo en el puente de Shin Bashi cuando un hombre me bloqueó el camino. Si yo me movía hacia la derecha para sobrepasarlo, él se movía para cerrarme el paso y lo mismo hacía si me movía hacia la izquierda. Entonces me agarró por el cuello y me lanzó al agua. Pensé que me iba a matar. Joven maestro, no quiero volver a hacer recados a ese lugar una vez haya oscurecido." Habiendo entreoído esta conversación, otro trabajador añadió, "¿De veras?, a mí también me ocurrió lo mismo. Esto se parece a los tsujigiris de la antigüedad." Oyendo esto, Jutaro dijo, "Dejad que me ocupe de este asunto".
El puente de Shin Bashi se halla justo donde el río entra desde la costa de Akashi. Los marineros amarran aquí sus pequeñas embarcaciones a los barcos y desde ahí se hacen a la mar. En las riberas hay diecisiete o dieciocho burdeles.
Aquella noche Jutaro cruzó el puente de Shin Bashi cuatro o cinco veces sin que nada sucediese. Al día siguiente hizo lo mismo con igual resultado y Jutaro se dijo a sí mismo, "Tal vez este rufián es alguien que me conoce."
Así pues la noche siguiente se disfrazó y se fue hacia el puente. Tal y como esperaba, cuando estaba a mitad del puente, un hombre con un sombrero que ocultaba sus ojos se dirigió hacia él. Jutaro se movió hacia la izquierda para sobrepasarlo, pero el individuo se movió en su dirección. Lo mismo ocurrió cuando él se movió hacia la derecha. Entonces cogió a Jutaro por el cuello e intentó lanzarlo con una proyección de cadera. Jutaro concentró el hara y dejó sus brazos colgando inermes. El hombre intentaba lanzarlo persistentemente; entonces lanzó un puñetazo a Jutaro y luego una patada, pero todos sus golpes y patadas golpearon al aire. Cuando el hombre estuvo ya confundido, Jutaro lo lanzó boca abajo gritando un kiai. El sombrero salió despedido por los aires y el hombre quedó tendido en el suelo, boca abajo, como una araña muerta. Jutaro volvió al hombre boca arriba para ver su cara y aplicarle el arte de la reanimación. Era uno de los alumnos de Mizuta Sensei, Miyata, que poseía un grado medio de jujutsu. Jutaro le reprimió coléricamente, "¿Cómo has podido deshonrar tu escuela de esta manera? ¡Deberías avergonzarte por ello!".
*** *** ***
Este texto es un capítulo del libro de Hatsumi Sensei "Essence of Ninjutsu - the nine traditions"
La traducción y adaptación al castellano es de Dani Esteban Kôryu
Esta es una historia que data de cuando Takamatsu Sensei tenía dieciocho años de edad.
En la fábrica de su padre se necesitaban cerca de mil quinientos litros de agua limpia cada día, y cada mañana, usando una pértiga con cuatro soportes, Jutaro (Takamatsu) llevaba toda el agua a la fábrica. Era una proeza que nadie más podía realizar ya que el agua provenía de la boca de una tortuga de piedra de la cual manaba agua cristalina y que se hallaba a medio camino de la montaña de Maruyama, a unos setecientos u ochocientos metros de la fábrica. Cada carga pesaba aproximadamente doscientos treinta y ocho kilos, y se necesitaba un total de cinco viajes a la tortuga para recoger toda esa cantidad de agua. Jutaro decía que esto era perfecto para entrenar sus piernas y su cintura.
Un día un trabajador de la fábrica le dijo, "Joven maestro, esta noche me ha sucedido una cosa terrible. Estaba trabajando solo en el puente de Shin Bashi cuando un hombre me bloqueó el camino. Si yo me movía hacia la derecha para sobrepasarlo, él se movía para cerrarme el paso y lo mismo hacía si me movía hacia la izquierda. Entonces me agarró por el cuello y me lanzó al agua. Pensé que me iba a matar. Joven maestro, no quiero volver a hacer recados a ese lugar una vez haya oscurecido." Habiendo entreoído esta conversación, otro trabajador añadió, "¿De veras?, a mí también me ocurrió lo mismo. Esto se parece a los tsujigiris de la antigüedad." Oyendo esto, Jutaro dijo, "Dejad que me ocupe de este asunto".
El puente de Shin Bashi se halla justo donde el río entra desde la costa de Akashi. Los marineros amarran aquí sus pequeñas embarcaciones a los barcos y desde ahí se hacen a la mar. En las riberas hay diecisiete o dieciocho burdeles.
Aquella noche Jutaro cruzó el puente de Shin Bashi cuatro o cinco veces sin que nada sucediese. Al día siguiente hizo lo mismo con igual resultado y Jutaro se dijo a sí mismo, "Tal vez este rufián es alguien que me conoce."
Así pues la noche siguiente se disfrazó y se fue hacia el puente. Tal y como esperaba, cuando estaba a mitad del puente, un hombre con un sombrero que ocultaba sus ojos se dirigió hacia él. Jutaro se movió hacia la izquierda para sobrepasarlo, pero el individuo se movió en su dirección. Lo mismo ocurrió cuando él se movió hacia la derecha. Entonces cogió a Jutaro por el cuello e intentó lanzarlo con una proyección de cadera. Jutaro concentró el hara y dejó sus brazos colgando inermes. El hombre intentaba lanzarlo persistentemente; entonces lanzó un puñetazo a Jutaro y luego una patada, pero todos sus golpes y patadas golpearon al aire. Cuando el hombre estuvo ya confundido, Jutaro lo lanzó boca abajo gritando un kiai. El sombrero salió despedido por los aires y el hombre quedó tendido en el suelo, boca abajo, como una araña muerta. Jutaro volvió al hombre boca arriba para ver su cara y aplicarle el arte de la reanimación. Era uno de los alumnos de Mizuta Sensei, Miyata, que poseía un grado medio de jujutsu. Jutaro le reprimió coléricamente, "¿Cómo has podido deshonrar tu escuela de esta manera? ¡Deberías avergonzarte por ello!".
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Este texto es un capítulo del libro de Hatsumi Sensei "Essence of Ninjutsu - the nine traditions"
La traducción y adaptación al castellano es de Dani Esteban Kôryu
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